viernes, 8 de diciembre de 2023

ALONSO CUETO

Un escritor es, ante todo, un sentimental recuperado: un niño que ha sufrido pero que ha tomado distancia -del- sufrimiento, que ha sido feliz pero que ha tomado distancia con su felicidad. En la infancia o juventud de todo escritor hay un trauma que supone un paraíso perdido: una muerte, un viaje, una pérdida, un desajuste con la realidad.


Escribir supone siempre intentar compensar esa carencia con la creación de otro universo. La adicción a la ficción es consecuencia de lo insoportable de una vida de pérdidas y derrotas.


Escribir es el arte de los derrotados. Las personas que son activas en el mundo no escriben. Solo los que se han replegado de las amenazas de la realidad se refugian en la ficción.


La Piel de un Escritor, Fondo de Cultura Económica, p. 29.


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domingo, 6 de marzo de 2022

¿TRAICIÓN A FRANZ KAFKA?

La primera vez que leí a Kafka fue durante mi primer año en la Facultad de Derecho. Fue El proceso, una novela que desarrolla los problemas de un funcionario bancario al enfrentarse a esa quimera llamada justicia. Respecto a esta novela se han realizado estudios en su interpretación, fue llevada al cine, al teatro y es considerada un clásico de la literatura del siglo XX; sin embargo, el hecho que hoy podamos conocerla, se lo debemos a un acto de deslealtad contra su autor.

Naturalmente, la novela antes descrita y muchas otras, se forjaron en la experiencia de Kafka, basada en sus estudios de leyes en la Universidad de Praga donde conoció a Max Brod, su amigo hasta el final de sus días.

Al concluir sus estudios, Kafka realizó sus prácticas en los juzgados, descubriendo dentro del mundo jurídico su pasión por escribir. Por su parte, Brod se dedicó al ser un servidor público, llegando a ocupar cargos políticos posteriormente y haciendo una carrera de escritor algo discreta.

Pese a que ambos tomaron caminos distintos, la comunicación nunca quedo al margen. Constantemente, Kafka y Brod se visitaban e intercambiaban cartas que pueden dar fe, de los lazos de aprecio y hermandad que ambos mantenían.

Pese a tener una genialidad admirable, Kafka no fue un escritor reconocido durante su vida. Cuenta su editor Kurt Wolff en su libro Autores, libros, aventuras que, en octubre de 1923, Kafka recibió la liquidación anual de sus libros publicados. Los resultados eran insignificantes, pues había vendido solo veintisiete libros en un año, número que no fue de su agrado, y es que, la frustración lo invadía, cuestionándose todo y volviéndose un crítico obstinado de su propia obra. Un año después, Kafka murió con tuberculosis.

Antes de Fallecer, Kafka, remitió unas cartas a su amigo Max Brod. En ellas manifestaba su voluntad respecto al destino de sus trabajos literarios:

LOS TESTAMENTOS DE KAFKA

[I]

Queridísimo Max, mi último ruego: quema sin leerlos absolutamente todos los manuscritos, cartas propias y ajenas, dibujos, etcétera, que se encuentren en mi legado (es decir, en cajas de libros, roperos, escritorios de casa y de la oficina, o cualquier otro sitio donde pueda encontrarse algo y te llame la atención), así como todos los escritos o dibujos que tú u otros, a los que debes pedírselo en mi nombre, tengáis en vuestro poder. Deben al menos comprometerse a quemar en persona las cartas que no quieran entregarte.

Tuyo

Franz Kafka

[II]

Querido Max, quizá esta vez no vuelva a levantarme, es muy probable una pulmonía después de un mes de fiebre pulmonar, y ni siquiera el hecho de que lo escriba la ahuyentará, aunque tiene algún poder.

Para ese caso, mi último deseo en relación con todo lo que he escrito:

De todo lo que he escrito son válidos únicamente los libros: La condena, El fogonero, La transformación, En la colonia penitenciaria, El médico rural y el relato Un artista del hambre. (Los pocos ejemplares de Contemplación pueden quedar, no quiero imponerle a nadie el trabajo de destruirlos, pero no ha de reimprimirse nada de ello). Cuando digo que aquellos cinco libros son válidos, no quiero decir que tenga el deseo de que sean reimpresos, ni que hayan de quedar para la posteridad, por el contrario, deberían perderse completamente, éste es mi verdadero deseo. Sólo que, ya que existen, a nadie le impido que los conserve si ése es su deseo.

En cambio todo lo demás que yo he escrito (publicado en revistas, manuscritos o cartas), sin excepción, en la medida en que sea accesible o que se pueda conseguir pidiéndoselo a los destinatarios (tú conoces a la mayoría de los destinatarios, en lo sustancial se trata de la señora Felice M., la señora Julie Wohryzek y la señora  Milena Pollak; sobre todo, no olvides un par de cuadernos que tiene la señora Pollak)—todo eso sin excepción y de preferencia sin ser leído (no te prohíbo a ti que lo veas, aunque preferiría que no lo hicieras, pero no deben verlos ninguna otra persona)—, todo esto ha de ser quemado sin excepción alguna y te ruego que lo hagas lo más pronto posible.

Franz

Correspondencia tomada del libro ¿Éste es Kafka? de Reiner Stach traducido por Luis Fernando Moreno Claros, (Acantilado, pg. 299 – 301).

Ante tamaña evidencia, eran obvias dos cosas. Primero, que Max Brod fue el albacea elegido por Kafka, en cuanto a su trabajo literario. Segundo, que Brod tenía instrucciones específicas respecto a los manuscritos de Kafka y la obligación de cumplirlas; sin embargo, no solo no quemó sus obras, por si no fuera poca tal transgresión, fue publicando progresivamente aquellos textos prohibidos por su autor, incluida aquella novela de la que les hablé en un principio.

¿Traición a Kafka? En mi opinión, Brod se dedicó a promover el talento subvalorado de su amigo en vida, alguien que cayó en el bucle de la depresión y autoexigencia obsesiva, antes de morir.  Si hoy conocemos a Franz Kafka, como lo conocemos, es porque detrás de él, estuvo un tal Max Brod, con quien no debemos ser mezquinos al atribuirle el calificativo de “traidor”. Brod tomó las regalías de las obras de Kafka, a cambio de inmortalizar su nombre. Parece justo.

Hoy, supongo que Kafka y Brod ya habrán discutido el tema que los involucra. Quizá Brod, ya le haya rendido cuentas a Kafka en el mundo de las almas; pero quizás sea este mundo, el que agradezca a Brod por esa osadía, que nos permitió conocer a un referente de la literatura universal.

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jueves, 16 de diciembre de 2021

J. M. COETZEE

 Los intelectuales racionales y laicos no se ofenden con mucha facilidad.

Las convicciones que no están respaldadas por la razón (razonan) no son poderosas, sino débiles; que alguien que mantiene una posición se ofenda cuando se ve cuestionado es signo de la debilidad y no de la fortaleza de dicha posición. Todos los puntos de vista merecen ser escuchados; el debate, según las reglas de la razón, decidirá cuál de ellos merece vencer.

Por un lado, la clase intelectual que describo considera perracional o irracional la indignación, y sospecha que no es más que un disfraz con el cual se engaña a sí mismo quien tiene una posición de debate débil.

Es muy posible que el intelectual tome partido por los indignados, por lo menos desde el punto de vista ético.

Esta tolerancia es consecuencia de la seguridad que los intelectuales sienten respecto al laicismo racional dentro de cuyos horizontes viven, de su confianza en que puede proporcionar explicación a la mayoría de las cosas.

Hay intelectuales de la clase que describo que, apuntando al “Conócete a ti mismo”, apolíneo, critican y estimulan la crítica de los fundamentos de su propio sistema de creencias. Tal es su confianza en sí mismos que incluso pueden acoger favorablemente los ataques que reciben, sonriendo cuando se los caricaturiza o insulta y respondiendo con el reconocimiento más entusiasta a los golpes más perspicaces e inteligentes. En muchos sentidos se parecen al gran maestro de ajedrez que, seguro de sus facultades, espera encontrar adversarios dignos de él.

Extracto de “Contra la censura”, Debate, pg. 17-19.

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miércoles, 8 de diciembre de 2021

EL ARTE CONCEPTUAL Y JOHN LENNON

A finales del sesenta y seis, John Lennon, fue a una exposición de arte conceptual, en la galería Indica de Londres.

Estando en ese lugar vio algo que le llamó la atención. En un extremo de la galería se encontraba una escalera y sobre ella una lupa. El ejercicio consistía en subir los escalones y utilizar la lupa para ver un escrito pintado en un cuadro colgado en el techo. Jhon lo hizo. Leyó ya palabra “yes”. Conmovido por aquel símbolo de positivismo, preguntó de quién era tan sutil mensaje. La artista era Yoko Ono. Aquella obra fue suficiente para conocerse y enamorarse poco tiempo después.

Años más tarde, viviendo con Yoko, ambos migran a Nueva York. Lennon, fue activamente protestante contra el gobierno de los Estados Unidos. En su disco “Some time in New York City”, hablaba de los sucesos ocurridos la cárcel de Attica, el activismo de Jhon Sinclair. Sumado a ello, se conocía abiertamente sus vínculos con “Las Panteras Blancas”, colectivo político estadounidense de izquierda radical y antirracista.

Lennon, no quería vivir más en Inlgaterra; sin embargo, por su comportamiento, durante muchos años le negaron la famosa “Green card”. A tanta insistencia y con la condición de no seguir con esa actitud rebelde, el gobierno le otorga a mediados del setenta y cinco, la residencia estadounidense, cambiando la vida del “Beatle”.

Con una visión más realizada y madura, lejos de drogas y el nacimiento de su hijo, Lennon viajaba mucho, buscando paz, armonía y tranquilidad. En una de esas incursiones, en las Islas Bermudas, Jhon descubre una flor llamada “Double Fantasy”. Esto le devolvió la inspiración y las ganas de volver a grabar un disco, al que tiempo después tituló con el nombre de aquella flor, que le había impresionado.

La tarde del ocho de diciembre de 1980, a salir de su departamento ubicado en el Edificio Dakota – famoso por la película de terror “Rosemary's Baby”-, acompañado de Yoko, es abordado por un supuesto fan, llamado David Chapman. El sujeto le pidió a Lennon, que le autografiase un disco, aquel con el nombre de flor. El momento fue captado por un fotógrafo aficionado llamado Paul Goresh, capturando en imagen a John Lennon y a quien se convertiría en su asesino, horas después.

Al regresar ese mismo día como a las once de la noche, David Chapman, esperaba a Lennon. Realizó cinco disparos, atentando contra su vida. Después del hecho, el asesino no huyó, se quedó en la escena, leyendo un libro que traía entre manos, “El guardián entre el centeno”, la historia de un personaje con problemas emocionales, tal como él.

La foto de este artículo fue realizada por Yoko, quizás, en su afán de expresar su arte conceptual, constituida por una mesa sobre la cual, reposan los lentes de Lennon, su sangre y un vaso con agua, que él “Beatle”, nunca llegó a beber.

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viernes, 20 de noviembre de 2020

STEPHEN KING

Cuando he empezado un proyecto no paro, y sólo bajo el ritmo si es imprescindible. Si no escribo a diario empiezan a ponérseme rancios los personajes, con el resultado de que ya no parecen gente real, sino eso, personajes. Empieza a oxidarse el filo narrativo del escritor, y yo a perder el control del argumento y el ritmo de la narración. Lo peor es que se debilita el entusiasmo de crear algo nuevo; empiezas a tener la sensación de que trabajas, sensación que para la mayoría de los escritores es el beso de la muerte. Cuando se escribe mejor (siempre, siempre, siempre) es cuando el escritor lo vive como una especie de juego inspirado. Yo, si quiero, puedo escribir a sangre fría, pero me gusta más cuando es algo fresco y quema tanto que casi no se puede tocar.

Mientras Escribo, Debolsillo, p. 168.

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miércoles, 16 de septiembre de 2020

MEDIO SIGLO CON BORGES – MARIO VARGAS LLOSA

Carles Álvarez Garriga señala que las lecciones de literatura, dictadas por escritores consagrados, son casi un género aparte. La referencia exacta calza para Clases de Literatura, por Julio Cortázar, libro en el que realiza el prólogo y esta afirmación. Desde mi criterio, no alejado al de Carles, las autobiografías, las correspondencias, las columnas aleatorias, los ensayos, constituyen lecciones de vida, de cultura, opiniones que construyen un juicio y aprendizaje constante desde la experiencia ajena, de quienes se admira. Medio Siglo con Borges, el libro de Mario Vargas Llosa que nos involucra el día de hoy, no es la excepción.

Tratándose de un texto conmemorativo, un regalo, una dedicatoria no disimulada, a primera impresión uno puede avizorar una catarata de halagos constantes y permanentes, ¿Cómo podría ser diferente? si Vargas Llosa ha decidido hablar de un genio. Para él, Borges es lo más importante que le ocurrió a la literatura en lengua española moderna y uno de los artistas contemporáneos más memorables. Vargas Llosa reúne tres entrevistas que le hizo al escritor argentino y una serie de ensayos breves dedicados a su obra y vida, todos publicados entre el sesenta y cuatro y el dos mil catorce (de ahí el título del libro), detalle no menor advertido por Javier Agreda, a quien felicité por su impecable reseña.

Para nuestro Nobel de Literatura, Borges es una fuente inagotable de placer intelectual, alguien que nunca decepcionó en sus libros, alguien con una enorme influencia en quienes escriben en español, alguien que, en palabras de Vargas Llosa, cuenta con una prosa que se paladea, palabra a palabra, como un manjar, haciendo de nuestro idioma, una lengua inteligente. Cada uno de sus cuentos son una joya artística, nunca sobra ni un dato, ni una palabra, siempre rozando a cada paso ese inquietante misterio que es la perfección.

En las entrevistas que Vargas Llosa realizó a Borges, siempre llego a sacarle declaraciones memorables. “Muchas cosas he leído y pocas he vivido”, afirmación que durante años Borges sostuvo y creyó oportuno retractarse diciendo “Escribí eso cuando tenía treinta años y no me daba cuenta de que leer es una forma de vivir también”. Su lectura y relectura de Bouvard y Pécuchet, que acredita su eterna admiración por Flaubert. Admirador de aventureros, un pacifista nato, convencido que toda guerra es un crimen. Su amistad con Alberto Hidalgo, excelente poeta peruano que le reveló la existencia de José María Eguren, alguien de quien, según Borges, sabia muchas de sus composiciones de memoria. Su desprecio a la política, pues le producía tedio, algo que tiempo después se convirtió en fastidio. Un agnóstico confeso capaz de llevar una biblia a una isla desierta, por ser una biblioteca.

Dentro de todas las afirmaciones importantes me permito hacer hincapié en la humildad de Borges. Cuenta Vargas Llosa que cuando lo entrevistó en su casa, observó algunas cosas imposibles de eludir en esta reseña. Borges no guardaba los libros de su autoría “¿Quién soy yo para codearme con Schopenhauer?” le dijo. Vargas Llosa, no pudo disimular el asombro a la austeridad en la que vivía el genio argentino. “Su dormitorio parece la celda de un trapense”, le dijo. Con inteligencia y sencillez, Borges le diría “El lujo me parece una vulgaridad”; asimismo, cuando Vargas Llosa le precisó que los países de hoy en día viven en función al dinero, Borges le contestó: “Natural que sea así, sobre todo si hay esta pobreza. En qué otra cosa puede pensar un mendigo sino en el dinero o en comida. Si usted es muy pobre tiene que pensar en dinero o en comida. Una persona rica puede pensar en otra cosa, pero un pobre, no. De igual modo que un enfermo sólo puede pensar en la salud. Uno piensa en lo que le falta, no en lo que tiene. Cuando yo tenía vista no pensaba que eso fuera un privilegio, en cambio daría cualquier cosa por recobrar mi vista y no saldría de esta casa”.

Vargas Llosa también hace referencia al encuentro entre Borges y Juan Carlos Onetti, escritor uruguayo. Cuenta que esto fue posible gracias a Rodríguez Monegal en una cervecería de Buenos Aires. El uruguayo, con arrogancia provocó a Borges diciendo, ¿qué ven ustedes en Henry James?, uno de los autores favoritos de Borges, una afirmación desafiante que improbablemente haya forjado rencor en Borges; sin embargo, muchos estudiosos intentan justificar la elección de Borges entre Onetti y Octavio Paz para en premio Cervantes del ochenta y uno, donde el argentino eligió al mexicano.  

Borges siempre mostró un desinterés de la política, sin ser apolítico. En uno de sus últimos artículos, Vargas Llosa menciona esa actitud de Borges, quien oportunamente apoyó dos dictaduras en su país. Vargas llosa no soslaya aquella postura reprochable, tampoco fue soslayado en este blog, de hecho, aquí se ha realizado una publicación al respecto. La explicación básica de su posición, son las circunstancias, una justificación válida, que no reemplaza todo el talento desenvuelto a lo largo de su carrera como escritor, lo que nos lleva a la vieja discusión de separar el arte del artista. Si hay algo que decir al respecto, es que la opinión política, eso solo eso, una opinión.

Medio Siglo con Borges, cumple con el propósito de Vargas Llosa; tener un compendio de lo que piensa y opina del genio argentino, así como inmortalizar sus conversaciones y lo que piensa Borges, el genio argentino, dicho esto en tiempo presente, pues mientras alguien se interese en la literatura latinoamericana, escudriñando libros, noches enteras, buscando un estilo único y sorprendente, tendrá que pasar por sus textos, por eso siempre estará entre nosotros.

FICHA TÉCNICA:

Editorial: Alfaguara

Edición: 2020

Páginas: 108

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sábado, 20 de junio de 2020

JULIO RAMÓN RIBEYRO

Ahora que mi hijo juega en su habitación y que yo escribo en la mía me pregunto si el hecho de escribir no será la prolongación de los juegos de la infancia. Veo que tanto él como yo estamos concentrados en lo que hacemos y tomamos nuestra actividad, como a menudo sucede con los juegos, en la forma más seria. No admitimos interferencias y desalojamos inmediatamente al intruso. Mi hijo juega con sus soldados, sus automóviles y sus torres y yo juego con las palabras. Ambos, con los medios que disponemos, ocupamos nuestra duración y vivimos un mundo imaginario, pero construido con utensilios o fragmentos del mundo real. La diferencia está en que el mundo del juego infantil desaparece cuando ha terminado de jugarse, mientras que el mundo del juego literario del adulto, para bien o para mal, permanece. ¿Por qué? Porque los materiales de nuestro juego son diferentes. El niño emplea objetos, mientras que nosotros utilizamos signos. Y para el caso, el signo más perdurable que el objeto que representa. Dejar la infancia es precisamente reemplazar los objetos por sus signos. 

Julio Ramón Ribeyro, Prosas apátridas, Seix Barral, p. 60.


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viernes, 19 de junio de 2020

LA HERENCIA DE CARLOS RUIZ ZAFÓN


Hace unas horas nada más, la línea editorial Planeta, dio a conocer al mundo, el deceso del escritor español Carlos Ruiz Zafón. Fue un comunicado muy sentido y emotivo. Una noticia que no se esperaba por estos días. El novelista que contaba con cincuenta y cinco años, se encontraba en la plenitud de su obra literaria.

Durante algunos años de su juventud, se dedicó a la publicidad. Fue comunicador brillante, sin embargo, siempre mantuvo su placer por la escritura, una de las formas más elementales de comunicación. A los veintiocho años decidió dedicarse a ser un escritor a tiempo completo.

Sus primeras publicaciones fueron literatura juvenil. Con su primer premio en las manos se fue a Estados Unidos, siempre sintió una fascinación por Los Ángeles, su residencia. Ocho años después de su primera novela, publicó La sombra del viento, obra con la que inicia su tetralogía llamada El cementerio de los libros olvidados, sin embargo, creo que Zafón no me aceptará el término “primera”. Para él, su tetralogía podía empezarse con cualquiera de los cuatro libros, es decir, leerlos por donde se quisiera, pues fueron trabajados para poder abrirse y empezarse por cualquier lugar. 

Cuando alguna vez le preguntaron por la satisfacción de su éxito, con total humildad señaló que, para cualquier escritor, sobrevivir es suficiente. Nunca espero mucho, todo el reconocimiento a su trabajo siempre lo tomó como un regalo, un privilegio.

Un eterno amante de los dragones. Aquella criatura según su visión, siempre era el héroe en los cuentos. En su último conteo, descubrió que tenía en su casa, más de quinientas figuras de dragones. Cada una de ellas guarda pequeñas anécdotas, como problemas con las aerolíneas al momento de trasportarlos, o el pago de asientos extra. Siempre portaba un distintivo de aquel animal fantástico.

Un escritor sumamente ordenado, hasta para vivir. Sus planes sabidos, siempre se han cumplido. Siempre fue consiente en vivir el presente, consiente que estaba sometido a la voluntad del destino, sin embargo, una dirección era necesaria, saber a donde ir, porque, él que no sabe a dónde va, no llega a ningún sitio.

Comúnmente las adaptaciones de novelas y libros, al cine, no reúnen las expectativas del lector, las razones siempre suelen ser múltiples. Inclusive, muchos escritores fueron duros críticos de los guiones empleados por los cineastas para adaptar sus novelas, pues es un trabajo difícil. Carlos Ruiz Zafón nunca se arriesgó a algo parecido. Nunca estuvo dispuesto en adaptar -o que adaptasen- alguna de sus novelas al cine o algún otro formato propuesto. Según Infobae, en una entrevista de radio, tiempo después de la publicación de La sombra del viento, afirmo que sería una “traición” adaptar su obra a la pantalla grande dado que “que es imposible hacer una mejor película que la que uno va a ver cuando empiece a leer la novela (...) Sería redundante, irrelevante y totalmente innecesario”, principio que le llevó a rechazar muchas ofertas.

Muchos años después detalló que no quería transformar su saga en una película o una serie de televisión porque estaba interesado en trabajos nuevos. “No tendría sentido dedicar años a adaptar a otro medio aquello que ya hecho del modo en que lo quería hacer”, manifestó.

Quizás esta afirmación contextualice con precisión su idea. Dice Zafón: “Estos libros son un homenaje a la literatura, a todas las personas que existen en torno del mundo libro —escritores, lectores, editores, libreros—, y sería un poco deshonesto transformarlos en otra cosa, sencillamente para hacerlos algo más popular. No hace falta que todo sea una película o un videojuego. Quiero preservar este mundo tal como está. Nada cuenta una historia con la riqueza, la profundidad y la complejidad de una novela si está bien escrita y está bien construida”.

Como estaba claro, para el novelista, el libro no puede transformarse en otra cosa, sus libros están hechos como deben, su versión definitiva, siente cariño por ellos, por su trabajo. Son un homenaje a la palabra escrita, al lenguaje literario.

En la Feria del Libro de Guadalajara expreso que el tiempo que tenemos para hacer cosas en la vida es limitado, quería dedicar el tiempo que le queda, en hacer cosas que valgan la pena, no hacer lo ya hecho antes.

Hoy, muchos de sus colegas se han despedido de Carlos Ruiz Zafón, una víctima más de ese terrible mal, llamado cáncer. Quizás, se me escapa algún detalle interesante que podría contar de él, sin embargo, considero que el mejor homenaje que podemos hacerle es valorar su trabajo como corresponde, pues nos dejó una herencia extraordinaria.

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domingo, 14 de junio de 2020

ES CUESTIÓN DE PERSPECTIVA

Comúnmente, nuestras peticiones al celebrar la llegada de un nuevo año, suelen abrazar sueños, metas y objetivos que cumplir. Con enorme entusiasmo, empecé a recorrer el camino dos mil veinte. Empecé a forjar las herramientas para cumplir mis proyectos, prometí hacer todo cuanto de mi dependa para poder realizarlos uno a uno. Cuando estaba en marcha, llegó una pandemia de la que poco o nada sabía hasta ese momento.

Entenderán que una de las cosas que normalmente disfruto es la música. A la fecha, asistí a cuanto recital he podido, quizás a no a todos los que hubiese querido, sin embargo, ver a mis bandas favoritas en escena, siempre fue un propósito. Así las cosas, en este año tenía programado un itinerario variado que comenzaba con una banda emblemática del rock mundial. Yo, me encontraba preparado y listo para mi viaje.

Quien objetó mi travesía fue mi madre. Por esos días, la rara enfermedad ya estaba en algunas regiones. Los contagiados se incrementaron rápidamente con el paso de los días. La preocupación era razonable, subir a un avión acarreaba un riesgo, no solo para el pasajero, sino también para su familia. Se especulaba bastante respecto a un posible Estado de Emergencia Nacional, especulaciones que se hicieron realidad cuando el presidente lo anunció oficialmente mediante un mensaje a la nación.

Al día siguiente todo era incierto. Nadie sabía que pasaría con sus viajes programados, con sus trabajos, con sus ingresos, con sus deudas, con sus alimentos, con sus vidas. Poco a poco el gobierno fue dando las reglas del juego, la recomendación indispensable y más exigente era no salir de casa.

En los días siguientes, traté de informarme al detalle de la enfermedad, de los riesgos al contraerla, de lo que podía hacerse, de lo que no. Ciudadanos en las calles se encargaron de mostrarnos ejemplos de comportamiento, buenos y malos. Con la mirada perdida, concluí que serían días difíciles. Pronto en casa, con la familia, teníamos que implementar las medidas de desinfección de los productos que venían de fuera, el protocolo de entrada y salida, el frecuente lavado de manos, el uso recurrente de todas las medidas de salubridad para evitar un contagio.

Debo confesar que nunca imaginé todo lo que se fue viendo, poco a poco, hasta ahora. Presuntamente, mi localidad fue una de las últimas en contaminarse con el virus. De manera extraña y con el pasar de los días, la enfermedad fue llegando a límites insostenibles, aceleradamente. Hoy, la inoperancia de algunas autoridades de turno y la negligencia de las anteriores llevó nuestro sistema de salud a un colapso ineludible. Dentro de las instituciones los actos de corrupción están a la orden del día. Fuera de ellas, el acaparamiento y el sobrecosto de las medicinas, por personas inescrupulosas, es inaudito. Todos sacando provecho por donde mejor les convenga, en tiempos de crisis.

Lamentablemente, familiares y amigos cercanos se infectaron con este virus. Algunos de ellos superaron el terrible malestar, luchando incansablemente. Algunos están en aislamiento, procurando mejoría, por ellos ruego siempre. Algunos lastimosamente y con mucha pena, debo advertir, ya se fueron, no pudieron resistir más, de ellos guardo el recuerdo grato, pensando que donde quiera que hoy se encuentren, en forma de ángeles, protejan a los suyos.

Esta enfermedad ha puesto nuestra sociedad, a prueba. Momentos de peligro inminente que desafían nuestra empatía, nuestra solidaridad, nuestro afecto. También nos demuestra, que tenemos mucho que aprender de quienes hacen un enorme sacrificio. Aprender de la amiga que en llanto me contó su impotencia, al no encontrar quien le ayude a entregar víveres a las familias en pobreza extrema, pese a ello, días después, dios puso a las personas correctas en su camino y pudo llevar la ayuda que tanto quería dar. Aprender también de mis amigos médicos y demás profesionales ligados a la salud pública que, aunque agotados, con una vocación de servir, están al frente, en primera línea, al igual que mi novia, que forma en esas filas y de quien estoy muy orgulloso. Aprender de todo aquel que haya sentido miedo –algo natural- y que, pese a ello, se haya expuesto, por vivir del día a día y tener una responsabilidad generosa, un gran corazón en estos días, difíciles y complicados.

Hoy pienso mucho en mi familia, como pensó mi madre al desaprobar el viaje del que les hablé en un principio. Pensemos en aquellas plegarias que queremos, se cumplan más que nunca, en el bienestar, en la salud, en aquellas cosas que se piden y no dependen de uno mismo, sino de quien guía nuestro destino.

Si llegaste hasta esta parte de la lectura, permíteme hacerte saber que quiero que te cuides mucho, que cuides a tu familia, a tus seres amados. Suelo quedarme despierto por las noches, analizando todo lo que pasa, poniéndome en escenarios diferentes y mirando todo con optimismo. Has lo mismo si las circunstancias que hoy vives son adversas. Hoy, más consiente de mis actos, aprendí a valorar cada momento, aprendí que despertar es una nueva oportunidad. Descubrí nuevas cosas explorando actividades distintas, descubrí que la vida en verdad es corta y debemos valorarla, descubrí que el tiempo no sobra, por eso hay que aprovecharlo al máximo. Eso es cuestión de perspectiva.


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viernes, 15 de mayo de 2020

LOLITA, FICCIÓN SOBRE REALIDAD

Mario Vargas Llosa señala en su libro Cartas a un joven Novelista que, la raíz de todas las historias –refiriéndose a la actividad literaria- es la experiencia de quien las inventa, lo que no significa que se trate de una biografía disimulada del autor. Señala que no existen excepciones, que no existe la pura invención química en el dominio literario, que todas las ficciones son arquitecturas levantadas por la fantasía y la artesanía sobre ciertos hechos, personas, circunstancias, que marcaron la memoria del escritor y pusieron en movimiento su fantasía creadora.

Sentado esto como introducción, estarán pensando, ¿en qué se relaciona la apreciación de la inspiración literaria que podría tener Vargas Llosa con una novela clásica como Lolita? A juzgar por el título de la presente publicación, pensar en un acercamiento entre la ficción y la realidad, sería lo más coherente.  

Vladimir Nabokov, fue un escritor de origen ruso, nacionalizado estadounidense. Dejó Europa en mil novecientos cuarenta, huyendo de la segunda guerra mundial para dirigirse a Estados Unidos. Trabajó inicialmente como profesor de literatura rusa pues ya contaba con algunos trabajos publicados, razones por las cuales empezó a escribir en inglés, traduciendo sus primeros escritos.

Lolita, fue la novela con la que Nabokov alcanzó mayor popularidad. En sus propias palabras, le tomó cinco años escribirla. Se trataba de un trabajo minucioso que desde su publicación fue controversial. En síntesis, contaba la historia de un hombre mayor que se enamora de una niña de doce años. El prólogo fue realizado por un falso doctor en filosofía quien cuenta, que el protagonista Humbert Humbert murió y por un encargo publicó su manuscrito, es decir, la novela.

El escritor Juan Fernando Jaramillo, señala en su análisis, que Mashenka, la primera novela escrita por Nabokov, publicada en mil novecientos veintiséis, es la primera Lolita. Particularmente en esta historia, el personaje Ganin guarda cariño a Mashenka, su primer amor, a quien conoció a los 16 años en los campos rusos, y a quien no ve desde entonces. El tema en común es el delirio de un hombre que toma la vida por el camino arduo y que termina por convertir a su nínfula en el centro de sus fantasías. La Editorial Anagrama, señala que el cuento titulado El hechicero, publicado en mil novecientos treinta y nueve, fue calificado por Nabokov como la primera palpitación de Lolita, porque también en ella se narra una historia de paidofilia. Finalmente, el escritor Martin Amis en un artículo publicado en The Times Literary Supplement, aludía “una infestación de ninfas” en la producción del escritor ruso, afirmando inclusive que, de sus diecinueve ficciones, por lo menos seis se refieren a la sexualidad de niñas.

Como está demostrado, las relaciones algo prohibidas y un poco desinhibidas, siempre fueron un tema recurrente en el trabajo de Vladimir Nabokov, pero ¿es posible encontrar el origen real de la ficción de Nabokov?, ¿es posible que Nabokov haya encontrado una historia real, que haya marcado su memoria para escribir su novela? en respuesta, es posible.

La periodista Sarah Weinman publicó un libro llamado The real Lolita, una investigación donde se afirma –tomado de la propia web de Weinman- que, el tema de la novela se inspiró en un caso de la vida real: el secuestro de Sally Horner de once años, suscitado en mil novecientos cuarenta y ocho, es decir, siete años antes de la publicación de la novela. La periodista afirma que su investigación cuenta con documentos legales, registros públicos, entrevistas y los argumentos suficientes, para concluir que Nabokov sabía del caso de Sally Horner y realizó muchos esfuerzos para ocultar ese conocimiento durante el proceso de escribir y publicar su novela.

El investigador Alexander Dolinin, presuntamente encontró un recorte de prensa del caso Sally Horner entre los archivos del novelista ruso, con lo cual podría concluirse que Nabokov conoció el caso y lo estudio al detalle; por tanto, si las relaciones algo prohibidas y un poco desinhibidas, eran de mucho interés para el ruso, es muy probable que al tomar conocimiento del caso de Sally Horner, este le haya ayudado a desarrollar la historia de su novela.

Habiendo revisado estos antecedentes y contestando a la pregunta inicial, podríamos decir que Lolita, es una ficción, como pocas, inspirada en la realidad, como muchas. Solo un tema tan delicado y que nadie se atrevía a tocar en la época, le hicieron escribir a Nabokov una historia tan arriesgada.

Un año después de la publicación de Lolita, Nabokov escribió un ensayo llamado “Sobre un libro llamado Lolita”, un texto en el cual el escritor justifica la historia como una novela, no como una obscenidad, erróneamente calificada. Su defensa era razonable.

El escritor, no era muy recurrente en las entrevistas y apariciones públicas, mucho menos si eran para hablar de su trabajo. Uno de los pocos registros que se tiene de él frente al lente de una cámara es en el programa Apostrophes, conducido por Bernard Pivot. En esa entrevista, que data de mil novecientos setenta y cinco, el ruso hizo algunas afirmaciones sustanciales de su novela tan controversial. Nabokov señaló que no le molestaba el éxito de su novela, no le molestaba la popularidad que había ganado, lo que sí le molestaba eran las comparaciones que hacían a la protagonista, Lolita, con mujeres mal vistas dentro de la sociedad, rebajando su inocencia, convirtiéndola en alguien perverso –propio de personas que nunca leyeron el libro-, cuando en verdad fue pensado como un personaje a quien corrompen dentro de la historia, una víctima.

Esto es una prueba que acredita las afirmaciones de Vargas Llosa que les presenté al principio. No existe la pura invención química en el dominio literario y no debe perturbarnos la idea que así fuese. La realidad suele ser una fuente de inspiración de los escritores. Jhon Grisham era abogado y hoy en día tiene novelas de éxito que describen el litigio en los tribunales. El propio Vargas Llosa describe en La Ciudad y los Perros, sus vivencias en el colegio Leoncio Prado y muchas otras vivencias en muchos otros libros. Conocer las raíces de las invenciones literarias, es un análisis aparte; investigar al respecto es maravilloso, es ir más allá de la historia contada, es saber que pensaba el escritor, lo que conoció y como te lo cuenta.


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sábado, 2 de mayo de 2020

PRESENTACIÓN

Permítanme presentarme quienes, por alguna razón, han llegado a esta página. Mi nombre es Jesús Atencia y aunque profesionalmente le dedique tiempo a la abogacía, también le dedico tiempo a la lectura y la escritura, esas son las razones por las cuales existe este blog llamado Actualidad en Letras.

Frecuentemente decía ser un “escritor en formación”, esa descripción la he usado como un distintivo, pero con el pasar de los años, me di cuenta que es una descripción inexacta, primero porque un escritor es alguien que escribe en serio, alguien que se gana la vida haciéndolo, encaminando su labor como una profesión. Admito que no es mi caso, aunque quisiera que mi vida tome ese camino –comparable a un sublime sueño-, estoy seguro que tener este portal es un buen inicio para lograrlo. Con el paso del tiempo también me di cuenta que los escritores en formación, si existen, son los que dicen ser escritores, pero lo hacen sin la mayor autocrítica, a juzgar por sus publicaciones. Pierdan cuidado que eso también sucede con los abogados, los ingenieros y con cualquiera que se afane en utilizar su título como una carta de presentación y tenga un comportamiento mediocre, sin enaltecer su profesión.

Se puede decir entonces que, la existencia de Actualidad en letras se debe a un simple gusto personal. Recuerdo que la primera novela que leí, fue María de Jorge Isaacs. Ese libro siempre se encontraba en la pequeña biblioteca de la casa donde vivía. Me atrajo su portada, su presentación, su nombre, ya que coincidentemente María es el nombre de mi abuela materna, con quien viví gran parte de mi infancia. Con la novela María, descubrí la satisfacción de terminar de leer un libro. Recuerdo haberme conmovido por la historia. Ahí revelé que la tristeza y el amor se pueden manifestar a través de la lectura. ¿Cómo podría una historia escrita en pedazos de papel, mover tus emociones, conmoverte? Tiempo después descubrí más de lo mismo con una película, con una canción o con diferentes manifestaciones del arte, que fui conociendo al pasar de los años.

Al crecer encontré el gusto por los reportajes, las novelas, los libros, es decir, cualquier expresión escrita. En mi tes vocacional de quinto año de secundaria, salió Ciencias de la Comunicación, pero esa carrera no estaba disponible en mi localidad, por lo que no la pude estudiar. Escogí Derecho y es el mejor regalo que mi familia me haya podido dar. Aunque cambié las crónicas de investigación por las legislaciones y la ciencia política, el gusto por la lectura y la redacción nunca desapareció, tiempo después descubriría que muchísimos escritores optaron alguna vez por la carrera de Derecho, muchos dejándola a medias, otros tantos terminándola, podría explayarme en el tema, pero prefiero mantener el significado de presentación como título, si no importa.

La literatura es el arte de la expresión escrita, muy importante para mí, probablemente lo más importante en estos días. Este espacio dentro de internet, reemplaza a los cuadernos de notas en los que apunto cuando leo un libro, cuando obtengo un dato interesante, cuando se me ocurre una historia que contar. Es por eso que en este blog se encuentran pestañas que clasifican las publicaciones según su contenido. En su orden, primero están las Reflexiones. Estos textos están escritos en primera persona, razones por las cuales, las vivencias y opiniones son totalmente personales. Están los Apuntes importantes. Estos artículos son los que más tiempo toman redactar. Detrás de estas publicaciones están diversas indagaciones sobre un tema en particular, son publicaciones muy cuidadas, ya que siempre trato de documentar correctamente el tema central. Al finalizar siempre emito una opinión al respecto, como cualquier lector podría tener y expresar en un comentario. Están las Historias, aquí se expresa mi creatividad literaria, particularmente yo no ejerzo voluntad alguna sobre las mismas ya que todas se escribieron, se escriben y se escribirán como mande la propia historia, producto de mi imaginación totalmente arbitraria. Las Herencias, son pequeños párrafos debidamente citados que encuentro en libros mientras leo. Por lo general pertenecen a grandes escritores y personajes representativos de quienes se podría tomar un ejemplo. Los Vestigios son hechos, reportes, curiosidades relacionados a las demás vertientes del arte como el cine, la música entre otros, la arbitrariedad de los mismos consiste en que también se basan en gustos totalmente personales. Finalmente tenemos a los Libros, aquí se expresan mis apreciaciones –lejos de la crítica literaria- sobre alguno en particular que haya leído en los últimos quince días.

Este blog es mi aporte en una sociedad donde la lectura no se practica, mi pequeña colaboración en un país donde la cultura se limita a un solo canal, a una sola revista, a un solo suplemento. Un país donde ser lector resulta ser una práctica extraña. ¿Quién lo quiere así? No lo sé. Lo que puedo afirmar es que hoy en día, a través de las redes ya puedes expandir tus intereses, está en nosotros encontrar las alternativas. Tampoco sé, si las publicaciones de este blog vayan a cumplir las expectativas del lector, pero puede abrirle una puerta para lo que está buscando.

Probablemente Actualidad en Letras no vaya a existir para siempre. Quizás en un mañana, existirán otras formas de expresión. Quizás yo, en algún momento ya no me encuentre en la posibilidad de estar frente a un monitor, escribiendo. De cualquier forma, mientras cuente con memoria, tiempo y las aptitudes físicas necesarias para poder redactar mis publicaciones, lo haré. Que la corriente del destino lleve a buen puerto este blog.

Finalmente, agradezco la atención. Sean bienvenidos al mundo donde están las pasiones que quiero compartir.

Es importante precisar que, las imágenes e ilustraciones que son incluidas en los artículos, se utilizan aquí con fines meramente ilustrativos, en consecuencia, todas pertenecen a sus autores de manera exclusiva. Asimismo, para contactarme pueden escribirme un correo electrónico a: jesus.atenciap@gmail.com.

JESÚS ATENCIA POPOLIZIO.

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martes, 21 de abril de 2020

PABLO NERUDA


La sal del mundo se había reunido en México. Escritores exiliados de todos los países habían acampado bajo la libertad mexicana, en tanto la guerra se prolongaba en Europa, con victoria tras victoria de las fuerzas de Hitler que ya habían ocupado Francia e Italia. Allí estaban Anna Seghers y el hoy desaparecido humorista checo Egon Erwin Kish, entre otros. Este Kish dejó algunos libros fascinantes y yo admiraba mucho su gran ingenio, su infantil entremetimiento y sus conocimientos de prestidigitación. Apenas entraba a mi casa se sacaba un huevo de una oreja, o se iba tragando por cuotas hasta siete monedas que bastante falta le hacían al pobre gran escritor desterrado. Ya nos habíamos conocido en España y como él manifestaba la insistente curiosidad de saber por qué motivo me llamaba yo Neruda sin haber nacido con ese apellido, yo le decía en broma:

—Gran Kish, tú fuiste el descubridor del misterio del coronel Redl —famoso caso de espionaje acaecido en Austria en 1914—, pero nunca aclararás el misterio de mi nombre Neruda.

Y así fue. Moriría en Praga, en medio de todos los honores que alcanzó a darle su patria liberada, pero nunca lograría investigar aquel intruso profesional por qué Neruda se llamaba Neruda.

La respuesta era demasiado simple y tan falta de maravilla que me la callaba cuidadosamente. Cuando yo tenía 14 años de edad, mi padre perseguía denodadamente mi actividad literaria. No estaba de acuerdo con tener un hijo poeta. Para encubrir la publicación de mis primeros versos me busqué un apellido que lo despistara totalmente. Encontré en una revista ese nombre checo, sin saber siquiera que se trataba de un gran escritor, venerado por todo un pueblo, autor de muy hermosas baladas y romances y con monumento erigido en el barrio Malá Strana de Praga. Apenas llegado a Checoeslovaquia, muchos años después, puse una flor a los pies de su estatua barbuda.

Confieso que he vivido, Seix Barral, p. 185.

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GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER


CARTAS LITERARIAS A UNA MUJER

En una ocasión me preguntaste:

¿Qué es la poesía?

¿Te acuerdas? No sé a qué propósito había yo hablado algunos momentos antes de mi pasión por ella.

¿Qué es la poesía? -me dijiste.

Yo, que no soy muy fuerte en esto de las definiciones, te respondí titubeando:

La poesía es..., es...

Sin concluir la frase, buscaba inútilmente en mi memoria un término de comparación, que no acertaba a encontrar.

Tú habías adelantado un poco la cabeza para escuchar mejor mis palabras; los negros rizos de tus cabellos, esos cabellos que tan bien sabes dejar a su antojo sombrear tu frente, con un abandono tan artístico, pendían de tu sien y bajaban rozando tu mejilla hasta descansar en tu seno; en tus pupilas húmedas y azules como el cielo de la noche, brillaba un punto de luz, y tus labios se entreabrían ligeramente al impulso de una respiración perfumada y suave.

Mis ojos, que, a efecto sin duda de la turbación que experimentaba, habían errado un instante sin fijarse en ningún sitio, se volvieron entonces instintivamente hacia los tuyos, y exclamé, al fin:

¡La poesía..., la poesía eres tú!

¿Te acuerdas? Yo aún tengo presente el gracioso ceño de curiosidad burlada, el acento mezclado de pasión y amargura con que me dijiste:

¿Crees que mi pregunta sólo es hija de una vana curiosidad de mujer? Te equivocas. Yo deseo saber lo que es la poesía, porque deseo pensar lo que tú piensas, hablar de lo que tú hablas, sentir con lo que tú sientes; penetrar, por último, en ese misterioso santuario en donde a veces se refugia tu alma y cuyo umbral no puede traspasar la mía.

Cuando llegaba a este punto se interrumpió nuestro diálogo. Ya sabes por qué. Algunos días han transcurrido. Ni tú ni yo lo hemos vuelto a renovar, y, sin embargo, por mi parte no he dejado de pensar en él. Tú creíste, sin duda, que la frase con que contesté a tu extraña interrogación equivalía a una evasiva galante.

¿Por qué no hablar con franqueza? En aquel momento di aquella definición porque la sentí, sin saber siquiera si decía un disparate. Después lo he pensado mejor, y no dudo al repetirlo; la poesía eres tú.

¿Te sonríes? Tanto peor para los dos. Tu incredulidad nos va a costar: a ti, el trabajo de leer un libro, y a mí, el de componerlo.
¡Un libro! - exclamas, palideciendo y dejando escapar de tus manos esta carta.

No te asustes. Tú lo sabes bien: un libro mío no puede ser muy largo. Erudito, sospecho que tampoco. Insulso, tal vez; más para ti, escribiéndolo yo, presumo que no lo será, y para ti lo escribo.
Sobre la poesía no ha dicha nada casi ningún poeta; pero, en cambio, hay bastante papel emborronado por muchos que no lo son.

El que la siente se apodera de una idea, la envuelve en una forma, la arroja en el estudio del saber, y pasa. Los críticos se lanzan entonces sobre esa forma, la examinan, la disecan y creen haberla entendido cuando han hecho su análisis.

La disección podrá revelar el mecanismo del cuerpo humano; pero los fenómenos del alma, el secreto de la vida, ¿cómo se estudian en un cadáver?

No obstante, sobre la poesía se han dado reglas, se han atestado infinidad de volúmenes, se enseña en las universidades, se discute en los círculos literarios y se explica en los ateneos.

No te extrañes. Un sabio alemán ha tenido la humorada de reducir a notas y encerrar en las cinco líneas de una pauta el misterioso lenguaje de los ruiseñores. Yo, si he de decir la verdad, todavía ignoro qué es lo que voy a hacer; así es que no puedo anunciártelo anticipadamente.

Sólo te diré, para tranquilizarte, que no te inundaré en ese diluvio de términos que pudiéramos llamar facultativos, ni te citaré autores que no conozco, ni sentencias en idiomas que ninguno de los dos entendemos.

Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada sé, nada he estudiado; he leído un poco, he sentido bastante y he pensado mucho, aunque no acertaré a decir si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme.

Herejías históricas y literarias, presiento que voy a decirte muchas. No importa. Yo no pretendo enseñar a nadie, ni erigirme en autoridad, ni hacer que mi libro se declare de texto.

Quiero hablarte un poco de literatura, siquiera no sea más que por satisfacer un capricho tuyo; quiero decirte lo que sé de una manera intuitiva, comunicarte mi opinión y tener al menos el gusto de saber que, si nos equivocamos, nos equivocamos los dos; lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale a acertar.

La poesía eres tú, te he dicho, porque la poesía es el sentimiento, y el sentimiento es la mujer.

La poesía eres tú, porque esa vaga aspiración a lo bello que la caracteriza, y que es una facultad de la inteligencia en el hombre, en ti pudiera decirse que es un instinto.

La poesía eres tú, porque el sentimiento, que en nosotros es un fenómeno accidental y pasa como una ráfaga de aire, se halla tan íntimamente unido a tu organización especial que constituye una parte de ti misma.

Últimamente la poesía eres tú, porque tú eres el foco de donde parten sus rayos.

El genio verdadero tiene algunos atributos extraordinarios, que Balzac llama femeninos, y que, efectivamente, lo son. En la escala de la inteligencia del poeta hay notas que pertenecen a la de la mujer, y éstas son las que expresan la ternura, la pasión y el sentimiento. Yo no sé por qué los poetas y las mujeres no se entienden mejor entre sí. Su manera de sentir tiene tantos puntos de contacto...

Quizá por eso... Pero dejemos digresiones y volvamos al asunto.

Decíamos... ¡Ah, sí, hablábamos de la poesía!

La poesía es en el hombre una cualidad puramente del espíritu; reside en su alma, vive con la vida incorpórea de la idea, y para revelarla necesita darle una forma. Por eso la escribe.

En la mujer, sin embargo, la poesía está como encarnada en su ser; su aspiración, sus presentimientos, sus pasiones y su Destino son poesía: vive, respira, se mueve en una indefinible atmósfera de idealismo que se desprende de ella, como un fluido luminoso y magnético; es, en una palabra, el verbo poético hecho carne. Sin embargo, a la mujer se la acusa vulgarmente de prosaísmo. No es extraño; en la mujer es poesía casi todo lo que piensa, pero muy poco de lo que habla.

La razón, yo la adivino, y tú la sabes. Quizá cuanto te he dicho lo habrás encontrado confuso y vago. Tampoco debe maravillarte. La poesía es al saber de la Humanidad lo que el amor a las otras pasiones. El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cual más inexplicable; todo en él es ilógico, todo en él es vaguedad y absurdo.

La ambición, la envidia, la avaricia, todas las demás pasiones, tienen su explicación y aun su objeto, menos la que fecundiza el sentimiento y lo alimenta.

Yo, sin embargo, la comprendo; la comprendo por medio de una revelación intensa, confusa e inexplicable.

Deja esta carta, cierra tus ojos al mundo exterior que te rodea, vuélvelos a tu alma, presta atención a los confusos rumores que se elevan de ella, y acaso la comprenderás como yo.

Cartas y leyendas.



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MARIO VARGAS LLOSA

(…). Mediante un malabar técnico, Julio Cortázar se las arregló para que su novela más conocida hiciera volar en pedazos la inexorable ley del perecimiento a que está sometido lo existente. El lector que lee Rayuela siguiendo las instrucciones del “Tablero de dirección” que propone el narrador, no termina nunca de leerla, pues, al final, los dos últimos capítulos terminan remitiéndose uno a otro, cacofónicamente, y, en teoría (claro que no en la práctica) el lector dócil y disciplinado debería pasar el resto de sus días leyendo y releyendo esos capítulos, atrapado en un laberinto temporal sin posibilidad alguna de escapatoria.

A Borges le gustaba citar aquel relato de H.G. Wells (otro autor fascinado, como él, por el tema del tiempo), La máquina del tiempo (The time machine), en el que un hombre viaja al futuro y regresa de él con una rosa en la mano, como prenda de su aventura. Esa anómala rosa aún no nacida exaltaba la imaginación de Borges como paradigma del objeto fantástico.

Cartas a un joven novelista, Alfaguara, p. 75.


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martes, 3 de marzo de 2020

EL PERÚ SEGÚN JULIO VERNE



Todo amante de la literatura, sin duda ha tenido que zambullirse en el mundo de Julio Verne, un francés que, por sus numerosas novelas e historias, vanguardistas y surrealistas, es catalogado como el padre de la ciencia ficción.

No fue fácil para Verne dedicarse a la literatura. Su padre quería que fuera abogado. Financió su carrera; sin embargo, a pesar de internarlo, Julio Verne no pudo contener su pasión para escribir y lo dejó todo. Pronto consiguió entrar a una revista donde oficialmente comenzó su carrera como escritor. Cuando su padre se enteró de aquel acto rebelde, le quitó el financiamiento y nunca más le dio un centavo.

Años después, en París conoció a los Dumas, padre e hijo. Gracias a ellos se vio involucrado en el mundo de las novelas que fueron su apoyo durante mucho tiempo. También conoció a Víctor Hugo, de esa manera pudo regalar al mundo historias fantásticas, inimaginables para la época, que hoy en día pueden encontrase en cualquier estante como un género especial. Desde mil novecientos setenta y nueve, sus libros están entre los más traducidos del mundo junto con las obras de William Shakespeare y Agatha Christie.

No existen registros que Julio Verne haya llegado a pisar suelo peruano, pese a tener fascinación por las aventuras viajes y descubrir nuevos parajes, incluso que podrían servirle en su actividad literaria, no viajaba mucho (Su único vuelo en globo aerostático duro tan solo veinticuatro minutos. Aun así, su primera novela que publicó en mil ochocientos sesenta y tres se llamó “Cinco semanas en un globo”, con la que logró consagrarse como un escritor respetado y admirado); sin embargo, Verne conoció al artista peruano Ignacio Merino, un pintor que gozó de gran prestigio internacional y que vivió en Francia.


Ignacio siempre recordaba al Perú, expresaba bastante de nuestro país en sus obras, lo que despertó interés en Verne. Es muy probable que aquellas historias trasladadas del pintor al escritor hayan sido las razones para que el escritor, elija a nuestro país como escenario de Martín Paz, un relato escrito en mil ochocientos cincuenta, aproximadamente. Publicar la trama o un mínimo argumento de este relato, podría ser imprudente para la curiosidad de muchos que quieren conocer a fondo la historia, sin embargo, trasladaré la descripción que Verne por esos años hizo a nuestro país:

El dorado disco del sol habíase ocultado tras los elevados picos de las cordilleras; pero a través del transparente velo nocturno en que se envolvía el hermoso cielo peruano, brillaba cierta luminosidad que permitía distinguir claramente los objetos.

Era la hora en que el viento bienhechor, que soplaba fuera de las viviendas, permitía vivir a la europea, y los habitantes de Lima, envueltos en sus ligeros abrigos y conversando seriamente de los más fútiles asuntos, recorrían las calles de la población.

Había pues, gran movimiento en la plaza Mayor, ese foro de la antigua ciudad de los Reyes. Los artesanos disfrutaban de la frescura de la tarde, descansando de sus trabajos diarios, y los vendedores circulaban entre la muchedumbre, pregonando a grandes voces la excelencia de sus mercancías. Las mujeres, con el rostro cuidadosamente oculto bajo la toca, circulaban alrededor de los grupos de fumadores. Algunas señoras en traje de baile, y con su abundante cabello recogido con flores naturales, se paseaban gravemente en sus carretelas. Los indios pasaban sin levantar los ojos del suelo, no creyéndose dignos de mirar a las personas, pero conteniendo en silencio la envidia que los consumía. Los mestizos, relegados como los indios, a las ultimas capaz sociales exteriorizaban su descontento más ruidosamente.

En cuanto a los españoles, orgullosos descendientes del Pizarro, llevaban la cabeza erguida como en el tiempo en el que sus antepasados fundaron la ciudad de los reyes, envolviendo en su desprecio a los indios, a quienes habían vencido, y a los mestizos nacidos de sus relaciones con los indígenas del Nuevo Mundo. Los indios, como todas las razas reducidas a la servidumbre, sólo pensaban en romper sus cadenas, confundiendo en su profunda aversión a los vencedores del antiguo imperio de los incas y a los mestizos, especie de clase media orgullosa e insolente.

Los mestizos que eran españoles por el desprecio con el que miraban a los indios e indios por el odio que profesaban a los españoles, se consumían entre estos dos sentimientos igualmente vivos.

Cerca de la hermosa fuente levantada en medio de la plaza Mayor, había un grupo de jóvenes todos mestizos, que, envueltos en sus ponchos con manta de algodón de cuadros, larga y perforada con una abertura que da paso a la cabeza, vestidos con amplios pantalones rayados de mil colores, y cubiertos con sombreros de anchas alas hechos de paja de Guayaquil, hablaban, gritaban y gesticulaban.

(…)

La ciudad Lima está situada en un rincón del Valle del Rímac, y a nueve lenguas de su embocadura. Las primeras ondulaciones del terreno, que forman parte de la gran cordillera de los Andes, comienzan al Norte y al Este. El valle está formado por las montañas de San Cristóbal y de los Amancaes. Estas montañas se levantan detrás de Lima y terminan en sus arrabales. La ciudad, que se encuentra en un lado del río, se comunica con el arrabal de San Lorenzo, que está en la orilla opuesta, por un puente de cinco arcos, cuyos pilares anteriores oponen a la corriente su arista triangular.

Los posteriores ofrecen bancos a los paseantes en los que se sientan los desocupados en las tardes de verano, para contemplar desde allí una hermosa cascada.

La ciudad tiene dos millas de longitud de Este a Oeste, y milla y cuatro de anchura, desde el puente hasta las murallas. Éstas, de doce pies de altura y diez de espesor en su base, están construidas con ladrillos secados al sol, formados de tierra arcillosa, mezclada con paja machacada, capaces de resistir los temblores de la tierra, bastante frecuentes en aquel país. El recinto tiene siete puertas y tres postigos y termina en el extremo sudeste por la pequeña ciudadela de Santa Catalina.   

(…) Lima fue en otro tiempo el principal depósito del comercio de América en el océano Pacífico, gracias a su puerto del Callao, construido en 1779 de un modo singular. Se hizo encallar en la playa un viejo navío de gran tamaño lleno de piedras, de arena y de restos de toda especie, y en torno de aquel casco se clavaron en la arena estacadas de manglares enviadas de Guayaquil e inalterables al agua, formándose así una base indestructible, sobre la que se levantó el muelle del Callao.

El clima, más templado y suave que el de Cartagena o Bahía, situadas en la costa opuesta de América, hace de Lima una de las ciudades más agradables del Nuevo Mundo. El viento tiene allí dos direcciones invernales: o sopla del Sudoeste y se refresca al atravesar el océano Pacífico, o sopla del Sudeste, refrescando el ambiente con la frescura que ha recogido en los helados picachos de las cordilleras.

(…)

Los baños de mar de Chorrillos, encuéntrense a dos leguas de Lima. Es una parroquia india que posee una bonita iglesia y durante la estación del calor es el punto de reunión de la sociedad elegante limeña. Los juegos públicos, prohibidos en Lima, están abiertos en Chorrillos durante el verano y a ellos concurren las señoras de dudosa moralidad, que, actuando de diablillos, hacen perder a más de un rico caballero su caudal en pocas noches.

(…)

Podemos concluir que Ignacio Merino, describió lo más exactamente posible a nuestro país, y que Julio Verne pudo fascinarse con un escenario que nunca conoció. Podemos concluir también que, para Julio Verne, la inhóspita américa, contaba con muchas tradiciones que deslumbraban y maravillaban, resultando hacer del Perú un mundo de Julio Verne.



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