viernes, 5 de enero de 2018

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA PRENSA - JAIME BAYLY



Sin duda, lo mejor que haya escrito Jaime. La novela LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA PRENSA fue publicada en el año de 1996, ganó el premio Arzobispo Juan de San Clemente 1996 (Santiago de Compostela). Fiel a su estilo, el autor, intenta jugar con la ficción y la realidad asociando parte de los momentos vividos en su juventud. Esta novela detalla la vida de Diego Balbi (15) y la interna del periódico “La Prensa” en sus últimos días (antes de quebrar financieramente).

Diego vive con sus abuelos. Al encontrarse de vacaciones y en busca de una ocupación por el verano, su abuela lo lleva a las redacciones del diario “La Prensa”, ahí lo presenta ante el director don Antonio Larrañaga quien lo contrata para trabajar en la sección de Internacionales cuyo jefe era Arnaldo Zamorano. La labor de Diego era básicamente manejar los teletipos del periódico, cortar los cables de noticias internacionales y ordenarlos por país, para que cuando llegue su jefe Arnaldo, se decidan las noticias a publicar en la sección del periódico. Dentro de las oficinas de redacción todos los periodistas y reporteros (locos, adictos, timadores, sicópatas, chismosos, etc) hablan que las ventas están disminuyendo considerablemente y que se avizora lo peor a un largo o corto plazo. Diego es testigo que las finanzas no son bien manejadas en el periódico. Conoce a secretaria del periódico y cuñada del director, Patty Bustíos. Durante la novela todo indica que financieramente ella es la principal causante del declive del prestigioso diario. Ella aprovecha su cargo, la confianza y su afinidad con la directiva para malgastar el dinero del periódico en lujos y placeres para ella, su familia, amantes, y por supuesto, Diego, quien recibe bonos y aumentos a espaldas del director. Al poco tiempo conoce a Francisco Larrañaga, hijo del don Antonio Larrañaga, un muchacho bohemio e irresponsable que trabajaba en el periódico, específicamente en el suplemento dominical, también resulta ser beneficiado por las arcas de “La Prensa” que disminuyen aceleradamente.

Cuando el Abuelo de Diego, don Rafael Tudela se entera que Diego trabaja en “La Prensa”, le pide que hable con el director, para que se publique una editorial referente a la reforma agraria del golpista Juan Velasco Alvarado, sus abusos y que le soliciten públicamente al actual presidente la devolución de su hacienda confiscada El Solitario. Esto hace que don Rafael exponga todo su pesar en una carta de ataque frontal al gobierno. Cuando el director del periódico lee la carta decide quitar las agresiones verbales hacia el presidente pues no le resulta conveniente a “La Prensa” iniciar una guerra en contra del gobierno. Esto provoca la ira desmedida de don Rafael, retando a un duelo a don Antonio Larrañaga y odiándolo hasta la muerte.

Diego se da cuenta que las cosas en “La Prensa” no están bien, los canjes publicitarios, lujos, viajes y autos acabaron ese periódico. En el último día que “La Prensa” vio la luz, todo fue un alboroto, no había dinero para pagar a los trabajadores quienes se preguntan ofuscados: Si no hay plata, ¿cómo así el hijito del director se ha comprado un convertible que va a todo cuete, dime tú? Si no hay plata, ¿cómo así la Patty y sus compinches se dan unas tremendas comilones en el Sheraton, ah? Si no hay plata, ¿cómo así la esposa de don Antonio va y viene de Miami como tú y yo vamos a la bodega del chino de la esquina, pues, hijo? toda la plata de ese periódico se la llevó la familia Larrañaga. Diego por su parte está molesto; entró a trabajar lleno de ilusión y en poco tiempo se ha resignado a aceptar que “La Prensa” es un manicomio. Tiene que decir chau al sueño de ser periodista estrella, columnista de la página política, hombre influyente de la prensa nacional que se tumba a un ministro con un par de columnas bien puestas. Chau, “La Prensa”, Thanks for the memories.

Tiempo después, mientras Don Rafael, su esposa Inés y su nieto Diego están escuchando la misa de once en la parroquia de San Felipe, Diego ve que una cara muy conocida se acerca caminando despacio, es don Antonio Larrañaga, ex director de “La Prensa” de Lima. Don Rafael recuerda con rabia y furia a don Antonio Larrañaga, por eso hace un escándalo en plena misa, insultándolo entre los fieles. Don Rafael en un esfuerzo desmedido por impedir que lo saquen de la iglesia, pierde el aire, se agarra el pecho y se desploma. Diego sale corriendo a llamar una ambulancia; cuando regresa corriendo a la parroquia, ve de lejos la cara de su abuela llorando, sabe que don Rafael no verá nunca más su hacienda El Solitario***

Esta novela tiene un hecho que a mi parecer es el sentimiento real que Bayly tiene al hablar de la fama. La suya en particular ha sido siempre golpeada por su forma de mostrarse al mundo, por esas razones él también ha golpeado a muchos amigos (en 1996, cuando salió esta novela ya había golpeado a varios con su anteriores publicaciones).

Casi al final de la novela mientras Diego regresa a su casa dejando periódico cerrado, se encuentra con Susi Guinea, Jefa de Culturales, quien le dice lo siguiente:

--¿Quieres que te lea la suerte, Dieguito? --Gracias, Susi, pero no tengo plata.
--No importa, Dieguito -dice ella, en su tosco español-.
Dame nomás, que te leo gratis.
Susi Guinea observa detenidamente la mano de Diego Balbi, se agacha para ver
mejor las líneas, parpadea y parpadea.
Y huele mal.
No parece haberse bañado los últimos días.
--Veo fama -dice-.
Mucha fama.
--Gracias, Susi -dice él, y trata de cerrar la mano, pero ella no lo deja,
aprieta fuerte y sigue leyendo: --Cuídate de la fama, Dieguito.
La fama sólo trae problemas.
Al principio es como un dulce.
Lo chupas y sabe rico, pero adentro tiene veneno.
Primero te gusta el dulcecito, pero al final te mata el veneno.
--Gracias, Susi -dice él, y cierra la mano.
--Chau, Dieguito -dice ella, con una mirada inquietante-.
Me gustan tus energías.
Puedes llegar lejos.
Pero también puedes hacer mucho daño.
Ten cuidado con tus energías, Dieguito, úsalas bien.
--Gracias, Susi, mil gracias.
Ya nos vemos.

Como es de verse, en 1996 Bayly era muy popular en Perú e Hispanoamérica por su trabajo como entrevistador, además de exponer su vida con bastante realismo en sus novelas.

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA PRENSA, grafica el problema social generado por las posiciones políticas y el gobierno de los principios de los años ochenta, como el propio autor señala partiendo de la realidad de manera evidente.


Realmente, el Diario “La Prensa” fue fundado en Perú el 23 de septiembre de 1903 y cerró su tiraje el 27 de julio de 1984 con apenas 4 páginas. El personaje de Diego Balbi representa a Jaime Bayly, (según su propia versión, cuando tenía 15 años tuvo profundas discrepancias con sus padres y se marchó a la casa de sus abuelos, con quienes vivió entre 1980 y 1981; en ese lapso y a instigación de su madre, ingresó a trabajar como ayudante a medio tiempo en el diario “La Prensa” de Lima). Antonio Larrañaga representa a Augusto Arturo Salazar Larraín, último Director y testigo infalible de la crisis económica y competencia que llevaron a la quiebra el diario. Francisco Larrañaga representa a Federico Salazar, actual periodista y narrador de noticias en América Televisión; dicho esto, en su novela “Los amigos que perdí”, Jaime, habla de Federico representándolo como “Daniel” e intenta una reconciliación justificando el uso su experiencia personal vivida en el diario que dirigía su familia para inventar ficciones.



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