Cuando
he empezado un proyecto no paro, y sólo bajo el ritmo si es imprescindible. Si
no escribo a diario empiezan a ponérseme rancios los personajes, con el
resultado de que ya no parecen gente real, sino eso, personajes. Empieza a
oxidarse el filo narrativo del escritor, y yo a perder el control del argumento
y el ritmo de la narración. Lo peor es que se debilita el entusiasmo de crear
algo nuevo; empiezas a tener la sensación de que trabajas, sensación que para
la mayoría de los escritores es el beso de la muerte. Cuando se escribe mejor
(siempre, siempre, siempre) es cuando el escritor lo vive como una especie de
juego inspirado. Yo, si quiero, puedo escribir a sangre fría, pero me gusta más
cuando es algo fresco y quema tanto que casi no se puede tocar.
Mientras
Escribo, Debolsillo, p. 168.
0 comentarios:
Publicar un comentario