Hace
unas horas nada más, la línea editorial Planeta, dio a conocer al mundo, el
deceso del escritor español Carlos Ruiz Zafón. Fue un comunicado muy sentido y
emotivo. Una noticia que no se esperaba por estos días. El novelista que contaba
con cincuenta y cinco años, se encontraba en la plenitud de su obra literaria.
Durante
algunos años de su juventud, se dedicó a la publicidad. Fue comunicador brillante,
sin embargo, siempre mantuvo su placer por la escritura, una de las formas más
elementales de comunicación. A los veintiocho años decidió dedicarse a ser un
escritor a tiempo completo.
Sus
primeras publicaciones fueron literatura juvenil. Con su primer premio en las
manos se fue a Estados Unidos, siempre sintió una fascinación por Los Ángeles,
su residencia. Ocho años después de su primera novela, publicó La sombra del viento, obra con la que
inicia su tetralogía llamada El
cementerio de los libros olvidados, sin embargo, creo que Zafón no me aceptará
el término “primera”. Para él, su tetralogía podía empezarse con cualquiera de
los cuatro libros, es decir, leerlos por donde se quisiera, pues fueron trabajados
para poder abrirse y empezarse por cualquier lugar.
Cuando
alguna vez le preguntaron por la satisfacción de su éxito, con total humildad
señaló que, para cualquier escritor, sobrevivir es suficiente. Nunca espero
mucho, todo el reconocimiento a su trabajo siempre lo tomó como un regalo, un
privilegio.
Un
eterno amante de los dragones. Aquella criatura según su visión, siempre era el
héroe en los cuentos. En su último conteo, descubrió que tenía en su casa, más
de quinientas figuras de dragones. Cada una de ellas guarda pequeñas anécdotas,
como problemas con las aerolíneas al momento de trasportarlos, o el pago de asientos
extra. Siempre portaba un distintivo de aquel animal fantástico.
Un
escritor sumamente ordenado, hasta para vivir. Sus planes sabidos, siempre se
han cumplido. Siempre fue consiente en vivir el presente, consiente que estaba
sometido a la voluntad del destino, sin embargo, una dirección era necesaria, saber
a donde ir, porque, él que no sabe a dónde va, no llega a ningún sitio.
Comúnmente
las adaptaciones de novelas y libros, al cine, no reúnen las expectativas del
lector, las razones siempre suelen ser múltiples. Inclusive, muchos escritores
fueron duros críticos de los guiones empleados por los cineastas para adaptar
sus novelas, pues es un trabajo difícil. Carlos Ruiz Zafón nunca se arriesgó a
algo parecido. Nunca estuvo dispuesto en adaptar -o que adaptasen- alguna de
sus novelas al cine o algún otro formato propuesto. Según Infobae,
en una entrevista de radio, tiempo después de la publicación de La sombra del viento, afirmo que sería
una “traición” adaptar su obra a la pantalla grande dado que “que es imposible
hacer una mejor película que la que uno va a ver cuando empiece a leer la
novela (...) Sería redundante, irrelevante y totalmente innecesario”, principio
que le llevó a rechazar muchas ofertas.
Muchos
años después detalló que no quería transformar su saga en una película o una
serie de televisión porque estaba interesado en trabajos nuevos. “No tendría sentido
dedicar años a adaptar a otro medio aquello que ya hecho del modo en que lo
quería hacer”, manifestó.
Quizás
esta afirmación contextualice con precisión su idea. Dice Zafón: “Estos libros
son un homenaje a la literatura, a todas las personas que existen en torno del
mundo libro —escritores, lectores, editores, libreros—, y sería un poco
deshonesto transformarlos en otra cosa, sencillamente para hacerlos algo más
popular. No hace falta que todo sea una película o un videojuego. Quiero
preservar este mundo tal como está. Nada cuenta una historia con la riqueza, la
profundidad y la complejidad de una novela si está bien escrita y está bien
construida”.
Como
estaba claro, para el novelista, el libro no puede transformarse en otra cosa,
sus libros están hechos como deben, su versión definitiva, siente cariño por ellos,
por su trabajo. Son un homenaje a la palabra escrita, al lenguaje literario.
En la
Feria del Libro de Guadalajara expreso que el tiempo que tenemos para hacer
cosas en la vida es limitado, quería dedicar el tiempo que le queda, en hacer cosas
que valgan la pena, no hacer lo ya hecho antes.
Hoy, muchos de sus colegas se han despedido de Carlos Ruiz Zafón, una víctima más de ese terrible mal, llamado cáncer. Quizás, se me escapa algún detalle interesante que podría contar de él, sin embargo, considero que el mejor homenaje que podemos hacerle es valorar su trabajo como corresponde, pues nos dejó una herencia extraordinaria.
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