martes, 16 de octubre de 2018

ARGUEDAS Y CORTÁZAR. UN CONFLICTO SOBRE EL PROVINCIALISMO



Contaré a continuación, el fuego cruzado de los argumentos literarios que data a fines de los años sesenta, en el cual estuvo involucrado un compatriota, reconocido como uno de los grandes representantes de la narrativa indigenista en el Perú; me refiero a José María Arguedas, autor de “Los ríos profundos” y “Todas las sangres”, obra que alude a la variedad racial, regional y cultural de nuestro país. Su adversario en argumentos, Julio Cortázar, un pacifista que creía que uno de los caminos positivos para la humanidad era el mestizaje, un solitario cuentista con temprana vocación literaria, un escritor innovador en la forma de hacer literatura en el mundo hispano.

Era en año de 1967 cuando a Cortázar fue convocado como colaborador para la revista cubana “Casa de las Américas”. En uno de sus tantos artículos publicó uno donde se refirió al telurismo, aquella influencia de la tierra u orígenes en las personas que lo habitan. Cortázar hizo hincapié contra “El telurismo de la literatura latinoamericana”, al que –por sus propias palabras- encontraba ajeno por estrecho, parroquial y aldeano. Señaló también que más profunda y sustancialmente entienden e interpretan a Latinoamérica los escritores que viven fuera de ella, especialmente en Europa.

Como era de esperarse, Arguedas, reconocido –hasta el día de hoy- por su narrativa indigenista en el Perú –junto a Ciro Alegría y Manuel Scorza- se sintió afectado y pronunció su posición a través de un artículo desde el diario Amaru de Perú. Allí reivindicó su posición de provinciano y criticó el cosmopolitismo de Cortázar.  

En una entrevista para la revista Life, el 07 de abril de 1969, Cortázar habló de Arguedas con cierta superioridad, sacando a la palestra sus complejos regionales. Esto fue todo lo dicho por Cortázar en esa entrevista:

-A Arguedas le fastidia que yo haya dicho –en la carta abierta a Fernández Retamar- que a veces hay que estar muy lejos para abarcar de veras un paisaje, que una visión supranacional agudiza con frecuencia la captación de la esencia de lo nacional. Lo siento mucho don José María, pero entiendo que su compatriota Vargas Llosa nos ha mostrado una realidad peruana inferior a la de usted cuando escribió sus dos novelas en Europa. Como siempre, el error esta en llevar a lo general un problema cuyas soluciones son únicamente particulares; lo que importe es que esos “Exiliados” no lo sean para sus lectores, que sus libros guarden y exalten y perfeccionen el contacto más profundo con su tierra y sus hombres. Cuando usted dice que los escritores “de provincias”, como se autocalifica, entienden muy bien a Rimbaud, a Poe y a Quevedo, pero no el Ulises ¿Qué demonios quiere decir? ¿Se imagina que vivir en Londres o en Paris da las llaves de la sapiencia? ¡Vaya complejo de inferioridad entonces! Conozco a un señor que jamás salió de su barrio de Buenos Aires y que sabe más sobre André Breton, Man Ray y Marcel Duchamp que cualquier crítico europeo o norteamericano. Y cuando digo saber no me refiero a la fácil acumulación de fichas y libros, sino a ese entender profundo que usted busca con relación a Ulises, esa participación fuera de todo tiempo y de todo espacio que se entabla o no se entabla en materia literaria. A manera de consuelo usted agrega: “Todos somos provincianos, provincianos de las naciones y provincianos de lo supra nacional”. De acuerdo, pero menuda diferencia entre ser un provinciano como Ledezma Lima, que precisamente sabe más de Ulises que la misma Penélope, y los provincianos de obediencia folklórica para quienes las músicas de este mundo empiezan y terminan en las cinco notas de una quena. ¿Por qué confundir los gustos personales con los deberes nacionales y literarios? A usted no le gusta exiliarse y está muy bien, pero yo tengo la seguridad de que en cualquier parte del mundo usted seguiría escribiendo como José María Arguedas; ¿Por qué entonces dudar y sospechar de los que andan por ahí porque eso es lo que les gusta? Los “exilados” no somos ni mártires ni prófugos ni traidores; y que está frase la terminen y la refrenden nuestros lectores, qué demonios- . 

Guillermo Niño de Guzmán, señala en su columna de Perú21, que Cortázar fue arrogante y no vislumbró que Arguedas afrontaba un proceso de transculturación y que pertenecía a un viejo orden, donde imperaba la lucha por afirmar una identidad regional. El autor de Rayuela, en cambio, vivía en París desde hacía más de tres lustros y se había insertado de lleno en la modernidad. Además Denegri, recordó alguna vez que leyó en la correspondencia de Cortázar, una de sus cartas a Mercedes Arias donde manifestaba su temor a ser pueblero, a aplebeyarse por una simple lógica. A reflexión de MAD: “Al pueblero no le son todavía posibles una serie de cosas, porque es pueblero. En cambio a la persona culta ya le son posibles esas cosas porque la cultura es la posibilitadora de imposibilidades”.

Después de aquella respuesta de Cortázar, lo último que escribió Arguedas al respecto fue un 01 de junio de 1969 para el diario “El Comercio”. Aquella vez manifestó su discrepancia eterna con Cortázar respecto a la excesiva rotundidad con que afirma –según Arguedas- que más profunda y sustancialmente entienden e interpretan a Latinoamérica los escritores que viven fuera de ella, especialmente en Europa. También expresó respecto los escritores que Cortázar cita como exiliados, que nunca manifestó duda ni sospecha en contra de ellos, muy por el contrario sintió un verdadero regocijo por quienes crearon precisamente en Europa obras que han conmovido e interesado casi en todo el mundo. Finalmente dirigiéndose a Cortázar dice: “No es exiliado quien busca y encuentra -hasta donde es posible hacerlo en nuestro tiempo- el sitio mejor para trabajar. A pesar de su pasión y muerte Vallejo escribió lo mejor de su obra en París y quién sabe no habría llegado a tanto si no hubiera ido a Europa. Empiezo a sospechar, ahora sí, que el único de alguna manera “exiliado” es usted, Cortázar, y por eso es tan engreído por la glorificación, tan folkloreador de los que trabajamos in situ y nos gusta llamarnos, a disgusto suyo, provincianos de nuestros pueblos de este mundo, donde, como usted dice, ya se intentaron y funcionan muy eficientemente los jets, maravilloso aparato al que dediqué un jaylli quechua, un himno bilingüe de más de cinco notas como felizmente las tienen nuestras quenas modernas”. Pueden leer el Artículo completo “aquí”.

Muchos estudios se han hecho al respecto de esta polémica, uno de ellos es “La Territorialidad y forasterismo: la polémica Arguedas/Cortázar revisitada”, escrito por la profesora Mabel Moraña, de la Universidad de St. Louis de Washington, que de seguro trataré de conseguir para beneplácito de ustedes.

Arguedas se suicidó de un balazo el 28 de noviembre de 1969 -falleció cuatro días después-, acosado en sus últimos años por una depresión interminable ya que había tenido un primer intento de suicidio en 1966, por tanto es imposible pensar que la polémica antes descrita haya influenciado en su decisión de quitarse vida; sin embargo a Cortázar siempre le pesó la sola posibilidad que así fuera. 



Compartir En:    Facebook Twitter

4 comentarios: