Hoy,
terminando ya el día de San Valentín, ofrezco una reedición de una carta que
constituye uno de mis primeros escritos que datan del año 2007 aproximadamente.
Espero disfruten.
Hola:
Antes
de leer mi carta, imagínate mi voz, esa que te charla y charla al teléfono, esa
voz que repetidas veces solo te hablo de una cosa, esa voz que quisiera que no
olvides. Imagínatela pronunciando todo lo que estás leyendo. Sitúate en un
ambiente tranquilo, como para el momento más sublime en el que te puedas encontrar;
después, nada, solo lee…
A
mis doce años soñaba con ser un escritor, pero mi problema fue que no sabía que
escribir, no sabía cómo empezar una historia, ninguna línea de inspiración. Ha
pasado mucho tiempo y creo tener un buen compendio de historias que contar,
involucrando todos los aspectos de mi vida. El motivo por el cual te escribo,
es porque tú formaste parte de muchos de ellos. Quisiera que lo tengas en
cuenta y sepas que tu sola presencia, amerita de mi parte respeto, por una
mujer que nunca dejó de serlo, por sobre todas las cosas, una mujer ante todo.
Amo
a la mujer, desde que la contemplaba llorar, desde que sentí sus labios por
primera vez, desde que escuchaba en sus canciones y letras un sentimiento
sincero.
Aunque
suene un poco atrevido, me gustaste desde que entraste a mi vida. Tu
normalidad, sencillez, y demás características que emanaban de ti, me
enamoraron. Las tareas siempre resultaron ser buenas excusas para verte. Después,
con más confianza y determinación, fui convirtiéndome en un amigo tuyo. Siempre
me preguntaste ¿Por qué yo? mi simple respuesta fue que nadie elige de quien
enamorarse. Quizás fue tu dulzura y cortesía lo que se apoderó del sentimiento
más tierno que pueda sentir. Con el tiempo yo manipulaba la idea de ser algo
tuyo, nunca me atreví a contarte lo que pasaba en mi interior. Una noche te
confesé todo. Como era de esperarse solo obtuve como respuesta una risa tuya,
siendo esta una respuesta muy positiva pues posteriormente las cosas entre
nosotros caminaban muy bien. Para las personas yo estaba demente; era el idiota
enamorado, el inepto ilusionado por haber hecho lo que hice. Quizás por lo que
decían nunca comprendieron mi actuar hacia ti ¡yo te quería! y quería amarte de
muchas formas (y no digo una cantidad pues no conocía muchas), quería que
tengas a un chico que en su manera te de todo, sin pensar que tú ya lo tenías.
Nos
fuimos conociendo más; soñabas conmigo de muchas formas las cuales desconozco;
dicen que los sueños lindos son presunciones de la perfecta realidad que uno
desea, conversábamos, nos reíamos, meditábamos, nos apodábamos, nos besábamos,
en fin; situaciones que en la medida de los hechos convenían a nuestra
relación. No sé cuándo se atenuó el cariño que alguna vez compartimos, me lo
pregunte muchas veces y nunca obtuve respuesta, pese a que la tenga ahora, no
creo que cambie mucho la historia; de lo que tengo certeza es que algo en tu
corazón te hace estimarme más que a cualquiera.
Hace
poco, con exactitud hace un mes, cuando todo parecía perfecto, me llamaste para
conversar; el tono de tu voz no avizoraba que fuese algo bueno. Sin titubeos me
comunicaste la noticia: Ya no estarías para mis momentos de felicidad, ya no
estarías en casa, ya no estarías más en la ciudad y nada podía evitarlo.
Desubicado y perplejo ante la inesperada noticia, mantenía la mirada fija en el
suelo, incrédulo ante lo que escuchaba. No quise comprender nada, mis
cuestionamientos y la disputa era inevitable. Tu respuesta, algo que no
esperaba, no tenía defensa para enorme golpe bajo ¡Lo mejor hubiese sido que no
pase nada! fue tu afirmación. Me quebraste, no lo esperaba y por tu reacción creo
que tú tampoco. Salí de aquella habitación muy contrariado, pues por lo que
vivimos pensé haber logrado más de lo que podía lograr con una mujer.
Hoy,
sentado, muy pensativo en casa, tratando de entenderte, creo que tenías la
razón, me hiciste comprender que como van las cosas no llegaríamos a nada y que
no te cambiaría el modo de pensar. Tomé muy en cuenta tu respuesta y comprendí
que el fin de esta historia estaba cerca ¡y aquí estas! leyendo un texto
motivado por tus locas razones. El destino quiso que te lleves una linda
experiencia a miles de kilómetros de donde nos conocimos. Siempre te di mi
apoyo incondicional como un amigo para que todo te vaya bien. Esta vez no será
la excepción, quiero que sepas que todo lo que hoy escribo, con dolor pero con
franqueza, está destinado a desearte lo mejor; creo que todo lo que te expreso
en estas líneas lo tendrás en cuenta, tu eres libre de hacer lo que quieras sin
limitaciones, no puedes nunca someterte a la voluntad de las personas y no
podías dejar algo inconcluso.
En
todo este tiempo me enteré de muchas cosas muy tuyas, comentarios muy estúpidos
de la sociedad, ellos herían mi situación para contigo; nunca los acepte,
nunca. Siempre hice oído sordo y vista gorda a comentarios y situaciones que no
vale la pena mencionar. Siempre me dijiste que tus ojos son la mejor prueba
para nuestras afirmaciones, apoyo la idea, pero ten en cuenta que a veces “no
creemos lo que vemos ni vemos lo que creemos”.
Debes
saber que nunca hice un escrito a alguna mujer y no sé si alguien te lo hiso
alguna vez, eres la persona más bella que fuera de mi hogar he conocido. Tienes
razón en decir que necesito reflexionar y superar lo vivido. Ahora me tocará
quererte en silencio sin hacértelo notar por lo menos hasta que se me vaya la
idea y a ti te tocará ser feliz de la manera que tú elijas lejos de aquí.
Preguntarás ¿Por qué hago esto? Bueno, si comprendes lo que escribo aquí,
quizás ya lo sepas. Hay muchas cosas que por el tiempo no te he dicho, no salen
cuando deben y están aquí. Disculpa las situaciones incomodas, y por no
vislumbrar tus ideales de superación por mi insistencia. realmente espero
comprendas. Ten en cuenta que soy tu amigo y estaré cuando tú me necesites y
quieras, no hay forma de negarle algo a “mi chica”.
Nunca
nos dijimos, te amo. Quizás no llegamos a conocer el significado de esa
palabra, personalmente pensé hacerlo pues sentí estarlo. Lastimosamente, un
sentimiento no se quita con un adiós sino con el tiempo. Si nos vemos más
adelante, quiero que me veas como todo un caballero, como me comporte siempre
ante ti y me considero porque te respeté desde mi primer diálogo contigo y te
respetaré hasta que la vida me regale la dicha de despertarme cada mañana por
los siguientes días.
Esta
historia ha terminado sin un final feliz y eso porque no es un cuento, sino
porque es la vida real en la que estas cosas siempre suelen pasar. Me despido,
solo porque tengo que hacerlo, no porque lo quiera.
Adiós
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