A mediados de agosto del año pasado, como todos los sábados
recibí en casa la revista Somos (Nº
1654) que acompaña la edición sabatina de El
Comercio. En la sección de libros dirigida por Dante Trujillo, se
encontraba una brevísima nota sobre Archivo
de Recortes. La nota decía lo siguiente:
“Rabí,
notable periodista cultural, ha reunido un buen puñado de crónicas y semblanzas
literarias escritas desde los noventa en diversos medios. El resultado es
sabroso: con más curiosidad de lector que “intelectualismo”, se adentra en la
vida y milagros de Wilde, Salinger, Hemingway, Ribeyro, Levrero y más, así como
en los cafés donde se charla, la historia de amor epistolar de Juan Ramón
Jiménez o las aventuras limeñas de Allen Ginsberg”.
Escuché de Alonso Rabí en alguna oportunidad cuando dirigió
el suplemento El Dominical del diario
El Comercio, escuché más de él cuando
junto a José Carlos Yrigoyen conducían el programa “Entre Libros” en Tv Perú, y
supe de él mucho más cuando renunció a ese canal en señal de protesta por el
indulto a Alberto Fujimori a finales del 2017.
Dicho esto, con todas las referencias y esos nombres
sumamente notables que adornaban la portada de Archivo de Recortes me interesé con demasía en obtener un ejemplar
del mismo, fue ahí donde me contacté con Alonso y pude conseguir de sus manos tan
interesante compendio de historias inimaginables detrás de sus protagonistas.
En ciento cuarenta y dos páginas, Archivo de Recortes desarrolla bastantes sucesos, todos contados
desde la percepción personal de su autor, consolidando una serie de datos que fue
adquiriendo con el pasar del tiempo como un asiduo lector, en primer lugar. Alonso
refiere en una breve nota antes de su primera crónica, que el libro fue
haciéndose solo, al paso del tiempo, y que el azar y su obstinación se encargaron
de reunir.
Hace mucho, en mi intento por conocer aquellas
historias que se cuentan a expensas de los más grandes personajes y letrados
que nuestra humanidad haya tenido, me crucé con un Chocano criminal, con un
Borges simpatizante alguna vez por la dictadura en Argentina, llegué a conocer
el caso Padilla y también conocí el conflicto mediático entre Arguedas y
Cortázar. Al leer cada crónica de Archivo
de Recortes me resultó imposible no tomar apuntes que sin duda serán materia
de investigación de mi parte teniendo como punto de partida, los anales que ahí
se cuentan.
Archivo
de Recortes despertó mi interés
por indagar sobre el periodismo gonzo de Hunter S. Thompson, por la novela que
Julio Verne hace transcurrir en Lima, por la deslealtad de Max Brod con Kafka, por
Pedro Camacho en la primera versión de La
tía Julia y el Escribidor de Mario Vargas Llosa, por los pareceres
literarios de Clemente Palma y como no indagar más acerca de los últimos días de
García Lorca. Me resulta imposible también, no hacer referencia la enorme bibliografía
que acompaña al libro, obras que desde luego, estoy dispuesto a adquirir como
aquellos buscadores desenfrenados, al rastro de algún tesoro escondido entre
las estanterías a los que Alonso menciona en su primera historia.
Después de haber disfrutado estas crónicas en tono menor, como Alonso las llama, me atrevería a decir
que no será la última vez que tenga un separador de páginas en Archivo de Recortes. Comprometido estoy
con Alonso por su generosidad al regalarme estos textos, la misma que sabré
retribuir haciéndole saber mis pareceres de su obra a la brevedad posible.
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