martes, 5 de junio de 2018

UNA CARTA QUE NO LLEGÓ A VENEZUELA


Hace 2 años aproximadamente me atreví a escribir una carta a la revista Somos. Con mucha suerte, la referida llegó a publicarse el 19 de diciembre del 2015, en su edición Nº 1515. En ella manifestaba mi conformidad y esperanza respecto al triunfo de la oposición en las Elecciones Parlamentarias de Venezuela. Motivos habían suficientes, era la primera vez que la Oposición obtenía la mayoría en la Asamblea Nacional después de 16 años de gobierno del dictador Hugo Chávez. Me sentí muy orgulloso de esa carta, pues más allá de haber sido publicada, desafié hidalgamente al destino, con la seguridad de ver a una Venezuela en crecimiento, integrándose de manera activa a la comunidad latinoamericana. 


Hoy la situación es diferente. Los países miembros de la Organización de Estados Americanos, entre ellos el Perú plantean la suspensión de Venezuela ante el organismo internacional. Hoy en día no me siento orgulloso de esa carta pues todo optimismo después de casi tres años, parece haber sucumbido.

Nicolás Maduro ganó las elecciones presidenciales el pasado 20 de mayo del 2018, esto le permite quedarse en el poder hasta el año 2025. El 54% de la población venezolana no ejerció su voto, es el porcentaje más alto registrado en los procesos electorales de los últimos 30 años. Probablemente esta poca participación se deba a la migración de muchos venezolanos, así como gran parte de los opositores quienes invocaron no acudir a las urnas por no creer en el Consejo Nacional Electoral (controlado por Maduro). Del total de participantes, el 68% votó por Nicolás Maduro; es decir, el dictador fue elegido con el 29% de la población de Venezuela.

Es evidente que Maduro manipula el sistema electoral, pero esto no es el todo. TELESUR señala la existencia de un grupo duro chavista, personas que se mantienen firmes creyendo, que la corriente bolivariana suicida impuesta por Hugo Chávez es la correcta, que el sufrimiento debe ser algo común y que las complicadas condiciones de vida sean naturales. En ese grupo humano, nunca un candidato ha llegado a calar.

En medio de esta crisis están escritas muchas historias impactantes. Los venezolanos se acuestan con hambre, titula EL PAIS de España. Los hospitales no tienen agua y la mayoría de laboratorios de nutrición de los hospitales están inoperativos, informa CNN. Finalmente El Comercio, nos cuenta el suicidio de Carlos Fernández Prada, víctima de depresión intensa por la pérdida de su esposa y la precaria situación en la que vivía.

Lo triste de todo es que la crisis no tiene cuando acabar. El legado chavista está enquistado desde las raíces del poder. Poder otorgado a un dictador hasta el 2025.

¿Qué tendrá que pasar para que volvamos a tener a Venezuela de manera activa a la comunidad latinoamericana? La Asamblea Nacional de Venezuela ha calificado de fraude la reelección de Maduro y propone convocar unas elecciones verdaderas y constitucionales para el último trimestre del año. En un movimiento desesperado también hicieron un llamado a las fuerzas militares para sacar al gobernante elegido. Invocaron a la comunidad internacional en contribuir a resolver la crisis humanitaria y restablecer la democracia en su país. En todos estos intentos se abrazan las esperanzas de un pueblo que está muy disperso en toda Latinoamérica por la crisis. Particularmente me limito a enunciar esperanzas, pues si lo hago, este comentario será interpretado como la secuela de la carta que les hablé al principio.



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