miércoles, 7 de febrero de 2018

BUENO PARA SER MALO




            Marco y yo nos conocimos cuando niños, mucho tiempo antes que suceda lo que les voy a contar. En nuestro vecindario salíamos a jugar todas las tardes, éramos muy buenos amigos, compartíamos la misma afinidad en los deportes y los juegos de video. Por cuestiones del destino, nuestras vidas tomaron rumbos distintos.

A los 15 años, Marco se fue a la capital de país, pues sus padres habían conseguido el suficiente dinero para mandarlo a estudiar Administración de empresas. Yo me quede aquí, en provincia, con las ansias de estudiar Comunicaciones pues mis padres no tenían las mismas posibilidades que los padres de Marco.

Estudié Derecho y Ciencias Políticas. A los 18 años y con la necesidad de trabajar en algo relacionado a mi carrera, fui recomendado por un tío para trabajar en el estudio ALVA Y ASOCIADOS. El trabajo que me ofrecieron fue de Gestor de Cobranzas; en realidad, si medimos el ancho de un alfiler podríamos definir lo relacionado que era ese trabajo a mi carrera, pese a ello tomé el puesto.

Mi trabajo consistía en cobrar carteras de clientes morosos, cuentas bancarias imposibles de cobrar por el propio banco y designadas a su recuperación a través del estudio ALVA Y ASOCIADOS, ofreciendo una campaña de descuento a cambio de una buena comisión. Todos los días llegaba temprano a la oficina, recogía mis cartas de cobranza, hacia mi recorrido por la ciudad ubicando los domicilios, hablaba con los clientes, ofrecía la campaña de descuento y con mucha suerte se acercaban a las oficinas del banco a realizar sus abonos respectivos en la fecha pactada. No sé por qué era bueno en lo que hacía, sin embargo, pronto me convertí en el Gestor de Cobranzas más rentable del estudio.

Pasé 5 meses rompiendo las carteras de clientes, haciendo importantes recuperaciones y obteniendo bastantes comisiones para el estudio ALVA Y ASOCIADOS, por esas razones fui designado para realizar la cobranza de otro tipo de cuentas, las judiciales. Estas cuentas tenían una garantía inmobiliaria, que sería ejecutada para asegurar el pago de la deuda en caso de incumplimiento por parte de los clientes del banco.

Cuando recibí las cartas de cobranza judiciales, grande fue mi sorpresa al ver que una de ellas estaba destinada a los padres de Marco, el amigo de quien no sabía nada hace mucho. Las circunstancias me hicieron indagar más a fondo el problema que ellos tenían con el banco. Su situación era complicada; la deuda era por casi 150 mil soles, la garantía de pago era su casa y ya estaba embargada.

Como mandaban mis obligaciones acudí a conversar con los padres de Marco. Fui más sincero que de costumbre, trate de hacer lo posible para que comprendan la situación y que solucionemos el problema a través de mi persona. Ellos me comentaban que su situación estaba difícil. El padre de Marco había hecho malas inversiones. Su madre se encontraba enferma, entre los gastos de su tratamiento, la manutención y los pagos de los estudios de Marco en la capital, la familia  no podía hacer ningún pago al banco; pese a ello les rogué el esfuerzo necesario.

Esa noche recibí una llamada, era Marco, mi amigo; me alegre de saludarlo, hacía mucho tiempo no conversaba con él, sus padres le entregaron mi número de teléfono, me pidió ayuda, lamentaba mucho la situación familiar, me comentó que debía tres meses de la universidad y que si no los pagaba perdería el ciclo, quería que haga todo lo posible para evitar el remate de su casa, evitar que su familia se quede en la calle, yo le explique que la única solución es hacer un pago para que la deuda pueda fraccionarse y hacer un cronograma que se ajuste a sus posibilidades, de esa manera se podría suspender el proceso por un acuerdo extrajudicial. Me comprometí en dar el monto de pago a sus padres para que consigan el dinero y se termine el problema con el banco.

A la mañana siguiente, me reuní con mi jefe, el Dr. Alva. Expuse el problema de los padres de Marco. El Dr. Alva me indico que mientras se genere cualquier pago superior al 25% sería una solución, pero que tratándose de unos amigos el tratamiento podría ser distinto y que con el 15% se suspendería el proceso judicial. Me parecía increíble. El Dr. Alva no solo me estaba ayudando, sino que también estaba renunciando a una parte de sus ingresos pues por un pago menor obtendría una menor comisión. Imaginé que su bondad se debía a las recuperaciones que le generé a su estudio. Rápidamente llamé a los padres de Marco y les comunique la noticia, me escucharon. Después de pensarlo bastante y confiados en la alternativa de solución que les ofrecía, se convencieron que con un esfuerzo podrían conseguir el dinero y olvidarse del problema con el banco. Me pidieron cinco días para poder realizar el pago, ya tenía su compromiso.

Con el pasar de los días yo pensaba lo bien que es ayudar a las personas a través de tu trabajo, lo bien que se sentía al ayudar a la familia de un amigo. Empecé a considerar mucho más mi trabajo y a valorar la bendición de tener uno.

En la fecha pactada, antes de terminar el mes, los padres de Marco me llamaron. Querían que los acompañe a hacer el depósito del 15% de su deuda. De camino hacia el banco, me contaron lo que hicieron para conseguir ese dinero. Por este mes la señora dejaría de ir al tratamiento de su enfermedad en Lima y Marco no pagaría la mensualidad de su universidad. Lo único que se me ocurrió decir es que la solución era la mejor opción y que ya no tendrán que preocuparse por perder la casa. Me escucharon. Me contaron también la actitud de los anteriores gestores, personas no comprendían ninguna situación, que se iban a sus casas con amenazas, insultos, ofensas. Reconocieron que conmigo fue diferente y me agradecieron la ayuda.

Cuando regrese al estudio, entregue una copia del voucher de pago al Dr. Alva, él cogió la copia y la puso en un folder donde guardaba todos los vouchers.

 - ¡Perfecto! mañana ve y diles que si no pagan la diferencia en 3 días la casa se remata – Exclamó Alva.

Yo quedé atónito – Eso es todo lo que pueden dar Dr. No pueden conseguir más dinero; además usted me dijo que con un 15% era suficiente – Le dije.

-¡Qué te pasa muchacho! Si consiguieron un quince pueden conseguir un veinticinco. En este negocio olvídate de los amigos. No puedes andar salvando a los morosos del mundo; yo no puedo ir contra los intereses del banco, piensa que esto es trabajo y no una ONG – Respondió.

No podía creer lo que escuchaba, fui engañado y también engañé a los padres de Marco, como podría acercarme a decirles que su sacrificio nunca fue suficiente, que de todas maneras perderán su casa.

Aquel día salí de las oficinas de ALVA Y ASOCIADOS, no regrese nunca más por ese lugar. Estaba decepcionado, había mentido a los padres de un amigo.

A la mañana siguiente encontré tres llamadas perdidas y un mensaje de Marco que decía ¡Gracias por tu apoyo amigo! Nos vemos pronto…

No sé si la casa de Marco llegó a ser rematada, no sé si Marco continuó sus estudios, no sé si los padres de Marco me odian, no sé si Marco me odia. Lo que si sé, es lo pequeña que resulta ser mi ciudad, lo cruel que es el destino y lo despiadados que pueden ser los hombres codiciosos en este mundo.




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1 comentario:

  1. COMO TODO LO QUE YA HE LEIDO DE TI, SENTI ESA COSITA EN EL PECHO MIENTRAS LEIA Y LEIA, QUE MAS TE PUEDO DECIR, CREO QUE HABERTE DICHO TODO LO GRAN PERSONA Y PROFESIONAL QUE ERES, DEMOSTRANDO QUE LO QUE TE APOASIONA ES ESCRIBIR.

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